La muerte no es la mayor pérdida de la vida. La mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mismos mientras vivimos
Norman Cousins
Ofrendas multicolores con el predominio evidente de la flor de cempasúchil…laboriosos, sonrientes; poniendo todos sus empeños en el diseño, explicación y con el orgullo de representar a sus respectivas instituciones universitarias. Ahí estaban ellos…y ellas vestidas de catrinas, dando clase en la acera; su discurso bien estudiado daba cuenta de los niveles de las ofrendas y de los montajes.
Le regresaron la luz y el color a la ciudad de Morelia y seguramente a todas las entidades en donde encuentra gran arraigo esta tradición. La ironía de tener presente a la muerte se convirtió en vida para todos. Paseantes, turistas, familias enteras admiraron a su paso, el esfuerzo de estudiantes que se esforzaron más allá del “diez de calificación” que se merecen. No hace falta poner en concurso los esmeros, la calidad y los recursos generosos que se invirtieron. Se trataba de recuperar algo más que una actividad anual.
El altar de muertos es un elemento fundamental en la celebración del Día de Muertos. Los deudos tienen la creencia de que el espíritu de sus difuntos regresa del mundo de los muertos para convivir con la familia ese día, y así consolarlos y confortarlos por la pérdida.
En el primer escalón va colocada la imagen de un santo del cual se sea devoto. El segundo se destina a las ánimas del purgatorio; es útil porque por medio de él, el alma del difunto obtiene el permiso para salir de ese lugar en caso de encontrarse ahí. En el tercer escalón se coloca la sal, que simboliza la purificación del espíritu para los niños del purgatorio. En el cuarto, el personaje principal es otro elemento central de la festividad del Día de Muertos: el pan, que se ofrece como alimento a las ánimas que por ahí transitan. En el quinto se coloca el alimento y las frutas preferidas del difunto. En el sexto escalón se ponen las fotografías de las personas ya fallecidas y a las cuales se recuerda por medio del altar. Por último, en el séptimo escalón se coloca una cruz formada por semillas o frutas, como el tejocote y la lima.
Las ofrendas deben contener una serie de elementos y símbolos que inviten al espíritu a viajar desde el mundo de los muertos para que conviva ese día con sus deudos.
Entre los elementos más representativos del altar se hallan los siguientes:
Imagen del difunto. Dicha imagen honra la parte más alta del altar. Se coloca de espaldas, y frente a ella se pone un espejo para que el difunto solo pueda ver el reflejo de sus deudos, y estos vean a su vez, únicamente el del difunto. La cruz. Utilizada en todos los altares, es un símbolo introducido por los evangelizadores españoles con el fin de incorporar el catecismo a una tradición tan arraigada entre los indígenas como la veneración de los muertos. La cruz va en la parte superior del altar, a un lado de la imagen del difunto. Puede ser de sal o de ceniza.
Imagen de las ánimas del purgatorio. Esta se coloca para que, en caso de que el espíritu del muerto se encuentre en el purgatorio, se facilite su salida. Según la religión católica, los que mueren habiendo cometido pecados veniales sin confesarse deben de expiar sus culpas en el purgatorio.
Copal e incienso. El copal es un elemento prehispánico que limpia y purifica las energías de un lugar y las de quien lo utiliza; el incienso santifica el ambiente.
Arco. El arco se coloca en la cúspide del altar y simboliza la entrada al mundo de los muertos. Se le adorna con limonarias y flor de cempasúchil.
Papel picado. Es considerado como una representación de la alegría festiva del Día de Muertos y del viento.
Velas, veladoras y cirios. Todos estos elementos se consideran como una luz que guía en este mundo. Son, por tradición, de color morado y blanco, ya que significan duelo y pureza, respectivamente. Los cirios pueden ser colocados según los puntos cardinales, y las veladoras se extienden a modo de sendero para llegar al altar.
Agua. El agua tiene gran importancia ya que, entre otros significados, refleja la pureza del alma, el cielo continuo de la regeneración de la vida y de las siembras; además, un vaso de agua sirve para que el espíritu mitigue su sed después del viaje desde el mundo de los muertos. También se puede colocar junto a ella un jabón, una toalla y un espejo para el aseo de los muertos
Flores. Son el ornato usual en los altares y en el sepulcro. La flor de cempasúchil es la flor que, por su aroma, sirve de guía a los espíritus en este mundo.
Calaveras. Las calaveras son distribuidas en todo el altar y pueden ser de azúcar, barro o yeso, con adornos de colores; se les considera una alusión a la muerte y recuerdan que ésta, siempre se encuentra presente.
Comida. El alimento tradicional o el que era del agrado de los fallecidos se pone para que el alma visitada lo disfrute. Pan. El pan es una representación de la eucaristía, y fue agregado por los evangelizadores españoles. Puede ser en forma de muertito de Pátzcuaro o de domo redondo, adornado con formas de huesos en alusión a la cruz, espolvoreado con azúcar y hecho con anís. Independientemente de la raza, religión, área geográfica o período de tiempo, todo ser humano se ha preguntado alguna vez sobre el único hecho de la vida que nos unifica a todos: la muerte.