Mucho se ha hablado de la reforma al artículo 123 de la Constitución, para lograr la reducción de 48 a 40 horas laborales, como máximo permitidas por la ley.
Es una reforma que, sin duda, desde el punto social, podría generar un beneficio para el bienestar de trabajador si es utilizado en forma correcta, es decir podría tener más tiempo con su familia, dedicarla a su salud o alguna actividad en su beneficio, incluso podría derivar en beneficios, en salud pública y seguridad, al estar cerca de los hijos y participar más tiempo en su formación.
Sin embargo, difícilmente, los trabajadores, utilizarán este tiempo en la dinámica familiar o personal, ya que gran parte de ellos, tienen un bono adicional por cumplimiento de objetivos, los cuales, se seguirán manteniendo tomando en cuenta el costo laboral y compromisos de la empresa.
Para lograr reducir la jornada laboral, casi 20% de 48 a 40 horas, será necesario incurrir en un costo adicional, para la empresa o para el trabajador y en algunos casos para el consumidor.
La empresa, deberá de suplir esas ocho horas no laboradas, con horas extras o con gente adicional, lo cual indudablemente representará un incremento en el costo laboral.
El trabajador, que tenga sus metas establecidas y que por la reducción de jornada laboral no llega a cumplirlas, sin duda tendrá una disminución en su ingreso por no llegar al objetivo.
El consumidor, en algunos de los casos podría recibir un incremento en el precio derivado del incremento en el costo de esta reducción laboral.
Sin duda, en la mayoría de las empresas podría existir entre un 5 y 8 por ciento adicional, que podría utilizarse para amortiguar un poco el costo de esta disminución.
Sin embargo, este no es dinero que exista en los bolsillos del empresario, al contrario, es un sobrecosto que se paga en la mayoría de las ocasiones, tratando de suplir servicios que deberían estar garantizados por el estado, por el solo hecho de pagar los impuestos.
Me refiero, a los sobrecostos, que hoy se pagan, por seguridad al cuidar las empresas, por mantenimiento de los vehículos, al transitar por calles y zonas que no cumplen las condiciones mínimas para no dañarlos, para pagar seguros de mercancía y de transportes por el riesgo latente y real de robo, si el estado garantizará, que el sector empresarial no tendría que incurrir en estos costos, seguramente se podría absorber un incremento derivado de esta reducción.
Mientras esto no suceda, esta propuesta de reducción pone en riesgo, la permanencia de pequeñas y medianas empresas que no tienen un gran capital para soportar este incremento, sin olvidar que estas empresas representan más del 90% de los generadores de empleo de la economía formal en el país.
La fórmula ideal, sería beneficiar a los trabajadores con la reducción de la jornada laboral o con incremento de su salario por trabajar las 48 horas, siempre y cuando los empleadores que arriesgan su capital, recibieran lo mínimo que el Estado está obligado a garantizar al recibir impuestos que muchas veces no son utilizados de la manera correcta.
POSDATA:
Amor con Amor se paga, los transportistas regresan abrazos al presidente de la república al hacer paro nacional, para exigirle que haya seguridad en las carreteras, piden que los abrazos ya no sean para los delincuentes.
¡Es tiempo de los ciudadanos!, enamorados de México
Abelardo Pérez Estrada
Empresario, Analista, Expresidente CANACINTRA