/ lunes 13 de marzo de 2023

¡Igualdad en la educación!

Hoy, este mes y siempre conmemoramos a las mujeres. Reflexionemos sobre su participación en la sociedad, sobre su desarrollo pleno como personas, y sobre la exigencia de la igualdad de derechos entre mujeres y hombres.

El Estado mexicano y su sistema educativo deben aportar un entorno seguro para el aprendizaje, a la par que formación para que un docente sepa cómo identificar situaciones de agresión y desigualdad de género y atenderlas para que niñas y niños, maestras y maestros convivan en la igualdad.

El más formidable igualador social que ha conformado la especie humana es el sistema educativo, el cual, en potencia debe permitir que las niñas sean la mejor versión de sí mismos. Si en la escuela no pasa esto, ¿qué esperamos que pase fuera de ella?

Actualmente, 32.3 por ciento de las mujeres de 15 años y más que han asistido a la escuela, experimentaron algún tipo de violencia a lo largo de su vida como estudiante.

La situación es preocupante, por lo cual es inaplazable la conformación de medidas de política pública que generen condiciones para garantizar el acceso igualitario a la educación, erradicando las brechas de género y todo tipo de discriminación.

Si bien, en Michoacán de Ocampo hay más mujeres matriculadas en el sistema educativo estatal que varones, por la propia naturaleza mayoritaria de la población femenina en la geografía de la entidad, también es cierto que no existen medidas que garanticen a las mujeres que son víctimas de violencia su acceso, permanencia y culminación de trayectorias formativas completas.

Si, hay mayoría de mujeres estudiando educación superior en Michoacán. Pero ¿cuántos de los varones ha sido excluido por razones de género? ¿Cuántos de ellos tienen que llegar a lavar trastes, a cuidar personas enfermas, a hacer quehaceres domésticos o a servir platos? Lamentablemente, campea la falta de investigación educativa al respecto. La violencia de género es metamórfica. Por ello, se requieren acciones gubernamentales que permitan erradicar esa clase de abusos patriarcales y que garanticen los derechos de las mujeres a estar, a aprender, a participar y a convivir en un entorno seguro en las escuelas estatales. Sigue pendiente un estudio que involucre seguimiento sistemático, persona por persona, que permita conocer los causales del abandono escolar por razones de género, para remediar la situación.

Inaceptablemente, las maestras y profesionistas mujeres que fungen como personal de asistencia y apoyo a la educación en general tienen menos oportunidades de obtener una promoción vertical, toda vez que hay mayoría de personal directivo y con funciones de supervisión del género masculino. Ello nos lleva a voltear a ver que, dentro de la disidencia magisterial, la cual, ha constituido históricamente el principal ascensor para el personal basificado; pero, donde tampoco ha habido oportunidades para que una mujer encabece la secretaría general, en cualesquiera de sus facciones. Así, trabajosamente, el SNTE institucional, apenas en una ocasión en toda su historia ha tenido al frente a una mujer.

Con excepción de preescolar, todos los niveles y tipos educativos reportaron una ligera mayoría de hombres que ocupan puestos de dirección: en primaria 50.9%; en secundaria 56.9%; y en Educación Media Superior, 53.5% En cuanto a los cargos de supervisión, en 2018, las mujeres supervisoras representaban el 51.6%; no obstante, al analizar específicamente cada nivel educativo se observan amplias diferencias: en preescolar las mujeres supervisoras representan el 94.4%, pero en primaria la cifra disminuye a 37.7% y en secundaria a 27.6%.

En algunos aspectos hay cifras e indicadores favorables en la entidad, pero no hay evidencias de que haya políticas públicas que intencionalmente hayan generado tales efectos. Los derechos se han conquistado exigiéndose y ejerciéndolos. Es tiempo de que no se hagan compilaciones ni apologías de lo acontecido, sino que se relancen medidas nuevas. La inercia es enemiga del cambio social.

Una auténtica transformación sucederá cuando todas las mujeres tengan igualdad de oportunidades para estar, aprender, participar y convivir en un entorno seguro en las escuelas michoacanas, sin correr riesgos ni vulnerabilidades de ser excluidas por el mero hecho de ser mujeres. Esas barreras y esas brechas deben ser derrumbadas desde la institucionalidad. El sistema educativo estatal debe implementar políticas revulsivas para alcanzar la igualdad sustantiva en su interior, para que detone el cambio cultural al respecto.


Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

*Doctor en ciencias del desarrollo regional y Director de Mexicanos Primero, Capítulo Michoacán, A.C.

Hoy, este mes y siempre conmemoramos a las mujeres. Reflexionemos sobre su participación en la sociedad, sobre su desarrollo pleno como personas, y sobre la exigencia de la igualdad de derechos entre mujeres y hombres.

El Estado mexicano y su sistema educativo deben aportar un entorno seguro para el aprendizaje, a la par que formación para que un docente sepa cómo identificar situaciones de agresión y desigualdad de género y atenderlas para que niñas y niños, maestras y maestros convivan en la igualdad.

El más formidable igualador social que ha conformado la especie humana es el sistema educativo, el cual, en potencia debe permitir que las niñas sean la mejor versión de sí mismos. Si en la escuela no pasa esto, ¿qué esperamos que pase fuera de ella?

Actualmente, 32.3 por ciento de las mujeres de 15 años y más que han asistido a la escuela, experimentaron algún tipo de violencia a lo largo de su vida como estudiante.

La situación es preocupante, por lo cual es inaplazable la conformación de medidas de política pública que generen condiciones para garantizar el acceso igualitario a la educación, erradicando las brechas de género y todo tipo de discriminación.

Si bien, en Michoacán de Ocampo hay más mujeres matriculadas en el sistema educativo estatal que varones, por la propia naturaleza mayoritaria de la población femenina en la geografía de la entidad, también es cierto que no existen medidas que garanticen a las mujeres que son víctimas de violencia su acceso, permanencia y culminación de trayectorias formativas completas.

Si, hay mayoría de mujeres estudiando educación superior en Michoacán. Pero ¿cuántos de los varones ha sido excluido por razones de género? ¿Cuántos de ellos tienen que llegar a lavar trastes, a cuidar personas enfermas, a hacer quehaceres domésticos o a servir platos? Lamentablemente, campea la falta de investigación educativa al respecto. La violencia de género es metamórfica. Por ello, se requieren acciones gubernamentales que permitan erradicar esa clase de abusos patriarcales y que garanticen los derechos de las mujeres a estar, a aprender, a participar y a convivir en un entorno seguro en las escuelas estatales. Sigue pendiente un estudio que involucre seguimiento sistemático, persona por persona, que permita conocer los causales del abandono escolar por razones de género, para remediar la situación.

Inaceptablemente, las maestras y profesionistas mujeres que fungen como personal de asistencia y apoyo a la educación en general tienen menos oportunidades de obtener una promoción vertical, toda vez que hay mayoría de personal directivo y con funciones de supervisión del género masculino. Ello nos lleva a voltear a ver que, dentro de la disidencia magisterial, la cual, ha constituido históricamente el principal ascensor para el personal basificado; pero, donde tampoco ha habido oportunidades para que una mujer encabece la secretaría general, en cualesquiera de sus facciones. Así, trabajosamente, el SNTE institucional, apenas en una ocasión en toda su historia ha tenido al frente a una mujer.

Con excepción de preescolar, todos los niveles y tipos educativos reportaron una ligera mayoría de hombres que ocupan puestos de dirección: en primaria 50.9%; en secundaria 56.9%; y en Educación Media Superior, 53.5% En cuanto a los cargos de supervisión, en 2018, las mujeres supervisoras representaban el 51.6%; no obstante, al analizar específicamente cada nivel educativo se observan amplias diferencias: en preescolar las mujeres supervisoras representan el 94.4%, pero en primaria la cifra disminuye a 37.7% y en secundaria a 27.6%.

En algunos aspectos hay cifras e indicadores favorables en la entidad, pero no hay evidencias de que haya políticas públicas que intencionalmente hayan generado tales efectos. Los derechos se han conquistado exigiéndose y ejerciéndolos. Es tiempo de que no se hagan compilaciones ni apologías de lo acontecido, sino que se relancen medidas nuevas. La inercia es enemiga del cambio social.

Una auténtica transformación sucederá cuando todas las mujeres tengan igualdad de oportunidades para estar, aprender, participar y convivir en un entorno seguro en las escuelas michoacanas, sin correr riesgos ni vulnerabilidades de ser excluidas por el mero hecho de ser mujeres. Esas barreras y esas brechas deben ser derrumbadas desde la institucionalidad. El sistema educativo estatal debe implementar políticas revulsivas para alcanzar la igualdad sustantiva en su interior, para que detone el cambio cultural al respecto.


Sus comentarios son bienvenidos en eaviles@mexicanosprimero.org y en Twitter en @Erik_Aviles

*Doctor en ciencias del desarrollo regional y Director de Mexicanos Primero, Capítulo Michoacán, A.C.

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