Por Iris Navarro Romero
El 8 de marzo es dentro de la agenda feminista la fecha más importante, el nombre original alude al día internacional de las mujeres trabajadoras, este día en particular tiene un trasfondo revolucionario, porque se refiere no solo a una búsqueda de derechos que se “conquistaron” a través de mujeres valientes, que conste que no son mártires al más triste sentido religioso, y que más bien alude a todo un cambio, una transformación y transfiguración de la vida de las mujeres en todos los sentidos.
Este día tiene una importancia relevante porque nos hace reconocer la lucha de miles de mujeres que estuvieron detrás de nosotras en un sentido histórico, luchando contra el patriarcado y el machismo para que podamos ser reconocidas como Personas, una búsqueda para no tener que ocultarnos detrás de seudónimos, detrás de padres, esposos, hermanos, hijos, una búsqueda de pertenencia en el mundo por nosotrAs mismas con nuestra corporalidad, en nuestra resistencia, en nuestra revolución, en nuestra carencia de falo y exceso de vulva.
Así a través de calendarios y geografías desde que los varones instauraron el sistema patriarcal, los peneportantes nos sometieron a nosotras las mujeres, pero considero que este nunca ha existido del todo, así como nos hablan de una historia de las revoluciones de los pueblos a través de distintas formas a veces sutiles, a veces escandalosas siempre ha existido esta búsqueda de libertad por parte de las mujeres, porque nuestro mismo cuerpo nos lo exige.
En México el boom de las marchas feministas comenzó en la segunda década de los dos miles, pero esto no sucedió de manera arbitraria se fue configurando en distintos espacios, uno de los más representativos fue la academia en donde se empezó a impartir lo que mal llamaron estudios de género en carreras enfocadas a las ciencias sociales como filosofía, pero donde por fin se habló de feminismo y de la voz de muchas pensadoras que por siglos fueron silenciadas, actualmente existen libros para las infancias donde se habla específicamente de mujeres pensadoras en todos los ámbitos científicos y sociales.
Reconocer en nosotras mismas, reconocernos en el lenguaje, reconocernos en nuestra corporalidad es la posibilidad de encarnar nuestro pensamiento y por ende nuestra acción, desafortunamente nuestras corporalidades están atravesadas por múltiples violencias desde lo privado hasta lo público, y es precisamente por esto que tenemos la necesidad de gritar, de manifestarnos, de reivindicar nuestra lucha y hacer manifiesto que aun actualmente las instituciones que se supone velan por los derechos de las mujeres no son más que un velo que solo sigue ocultando la realidad y es que nuestros cuerpos siguen siendo vulnerados por todos los sectores sociales, y esto es claro cuando en nuestra lucha y nuestro derecho a manifestarnos solo pidiendo libertad y justicia se nos criminaliza, se nos agrede, se nos desacredita y nos vuelve a transformar en una dicotomía como mujeres, las buenas y las malas.
Las mujeres malas somos las feministas, las locas, las feas, las extravagantes, las comeniños y sometehombres, las buenas son las mujeres patriarcales que junto a la iglesia y los varones afirman que nuestro lugar es en la cocina, a mí en lo particular me encanta cocinar y eso no me encasilla dentro del orden patriarcal a mi parecer solo me permite disfrutar de una deliciosa comida a mi entero gusto. Pero regresando a la importante conmemoración me gustaría hablar de lo sucedido este último año, a razón del boom que se hizo presente un poco antes de la pandemia, se crearon distintos mecanismos de desacreditación del movimiento feminista por parte del Estado.
Somos las pintadoras, las destructoras de símbolos enaltecidos que representan y sustentan al Estado Patriarcal, esos símbolos sufren agresiones terribles por parte de nosotras las feministas, no importan nuestros reclamos de justicia. Este año al retomar distintas actividades que permanecieron en pausa, se retoma igualmente la marcha feminista, pero a diferencia de años anteriores, días antes de nuestra marcha había amenazas que intentaron estar sustentadas por la supuesta portación de algunas armas, lo cual no tenía razón de ser, fue solo una justificación que tanto el gobierno federal como el estatal difundieron través distintas declaraciones y justificaciones bastante tontas para criminalizar una manifestación que en su origen tiene los más bellos y sublimes ideales, como es la búsqueda de ser en nosotrAs y para nosotrAs y porque a pesar de los intentos de fragmentarnos seguimos unidas y más fuertes que nunca, porque lo que nos une es la necesidad de permanecer vivas y felices, por eso una de las más bellas frases feministas que podemos encontrar es “nuestra venganza, es ser felices”.